Los mejores cultivadores profesionales llegan a alcanzar producciones sorprendentes en los cultivos de interior. En condiciones óptimas, usando lámparas led, añadiendo CO2 y con variedades muy productivas, pueden llegar a cosechar más de 1,5 g de cogollos secos por cada vatio de luz, es decir, más de 600 g con 400 W de lámparas. Estas producciones no están al alcance del cultivador doméstico medio, pues requieren una gran inversión en equipos, climatización y mucha dedicación. Sin embargo, una buena comprensión de los requerimientos de las plantas de cannabis puede ayudarnos a aumentar considerablemente la producción de nuestro cultivo de interior.
Los cultivadores domésticos de interior quieren cubrir sus necesidades de consumo con el cannabis que producen en casa, pero las circunstancias de cada uno son diferentes. Hay quien fuma todos los días varios gramos y otros que tienen suficiente con tres o cuatro porros a la semana. Algunos comparten con la pareja o los amigos, mientras que otros tan solo cultivan para sí mismos. El tamaño del cuarto de cultivo, el número de luces o la cantidad de cosechas que realizan cada año también tienen una gran importancia en el modo en que enfocan la cosecha. Quien planta una sola cosecha anual en un pequeño armario de cultivo iluminado por una lámpara de 400 W probablemente necesita concentrarse mucho más en sacar la máxima producción posible de su sistema que aquel que hace tres cosechas al año en una habitación con tres o cuatro lámparas, cuya producción será mucho mayor y podrá plantar variedades más lentas o menos productivas porque sus necesidades de consumo estarán cubiertas de sobra.
El objetivo
Nuestro objetivo es claro: queremos maximizar la productividad del cultivo. Se trata de sacar el máximo peso de cogollos de calidad a lo largo de la temporada. Vamos a analizar uno por uno los distintos factores que influyen en la producción para ver de qué modo podemos mejorar la productividad de un cultivo de interior. El resultado final de un cuarto de cultivo de interior depende de muchos elementos que actúan como los eslabones de una cadena. Al final, la fuerza que puede soportar una cadena viene determinada por su eslabón más débil. En el cultivo pasa lo mismo, el elemento más débil es el que limita la producción que se puede lograr. La labor del cultivador es detectar cuál es este eslabón débil y corregirlo. Una vez arreglado, otro factor será el punto más débil y también habrá que mejorarlo. De este modo, poco a poco, el cultivo se afina y la producción aumenta.
La luz
De todos los componentes de un cultivo de interior, la luz es el principal determinante de la cantidad máxima que se puede esperar cosechar. Cuando las lámparas más habituales eran las de alta presión de sodio (APS) decíamos que se podía aspirar a lograr una producción de 1 g/W (un gramo por vatio de luz). Hoy en día, las lámparas led producen mucha más luz asimilable por las plantas por cada vatio de electricidad, por lo que esta productividad máxima se ha elevado un 50% hasta 1,5 g/W. En ciertas condiciones y con variedades extremadamente productivas, aún puede ser algo más elevada, pero para la mayoría de los cultivadores ese es el valor máximo al que se puede razonablemente llegar. Por tanto, si tenemos 300 W de luz led, nuestro objetivo será acercarnos tanto como podamos a 450 g de cogollos secos por cosecha (300 W x 1,5 g/W = 450 g). Es importante entender que este valor solo se alcanza si todos los demás factores que influyen en la producción están en perfectas condiciones. Es imposible llegar a 1,5 g/W si las plantas están débiles, la temperatura o la humedad no son idóneas, el cuarto de cultivo no tiene la suficiente densidad de plantas, la variedad no es muy productiva, el régimen de abonado no es óptimo, etc. Tampoco hay que desanimarse por no alcanzar esta producción o pensar que lo estamos haciendo mal. La mayoría de los cultivadores domésticos obtienen productividades mucho más bajas y, aún así, están plenamente satisfechos con sus resultados. Una producción de 0,5 g/W ya nos dará 150 g de cogollos de calidad con solo 300 W de luz, una cantidad más que suficiente para cubrir las necesidades de la mayoría de los consumidores durante los tres o cuatro meses hasta la siguiente cosecha
El espacio
Es el segundo elemento determinante ya que, por mucha luz que pongamos, si no hay espacio suficiente, las plantas no podrán superar un determinado tamaño y producción. Como regla general, necesitamos al menos un metro cuadrado de superficie por cada 600 W de luz de alta presión o 400 W de luz led. En espacios algo más grandes se logran más gramos por vatio, pero cogollos un poco menos densos y resinosos. También hay que tener en cuenta la variedad, pues algunas soportan mejor altos niveles de luz que otras.
La densidad de plantación
Si las plantas no se tocan entre sí y el armario no está demasiado densamente poblado, el cultivo es más sencillo, pues las plantas tienen mejor ventilación y es más fácil trabajar con ellas, pero la producción nunca es tan alta como cuando conseguimos que todo el espacio esté completamente lleno de cogollos. Mi consejo a los cultivadores principiantes siempre es que no metan demasiadas plantas en el armario, pues los resultados suelen ser mejores cuando no se tiene experiencia. Sin embargo, tras unas cuantas cosechas, es mejor apretar más las plantas para cosechar mayor cantidad. Cuando la densidad aumenta la luz penetra peor hasta las partes bajas, por lo que es recomendable eliminar todas las ramas inferiores de las plantas y dejar solo aquellas que llegan hasta la zona superior, donde la iluminación es más intensa. Al final, las ramas bajas se desarrollan poco, tienen cogollos pequeños y limitan la ventilación, lo que puede facilitar la aparición de hongos y otras plagas.
La variedad
La genética de una planta es uno de los principales elementos que determinan su productividad. Hay plantas que se llenan de enormes y pesados cogollos, mientras que otras generan mucho menos peso, a menudo solo brotan unos pocos cogollos pequeños y menos densos. La selección de la variedad es clave si lo que buscamos es aumentar la producción. Consultaremos los catálogos de los bancos de semillas para encontrar información sobre la productividad de cada variedad, pero no deberemos tomarnos los datos al pie de la letra. Es muy raro encontrar un banco de semillas que admita que una de sus variedades produce poco, pero probablemente dará unos datos más bajos que los de otras variedades más productivas. Pregunta a otros cultivadores por sus experiencias y pídeles un esqueje de sus mejores plantas. La generosidad entre cultivadores ha sido siempre bastante común, ya que todos hemos aprendido de los que vinieron antes que nosotros.
Tiempo de floración
Una variedad que florece rápido, digamos en dos meses, permite hacer una cosecha cada noventa días aproximadamente (un mes de crecimiento y dos de floración). Al cabo del año, podemos hacer cuatro cosechas (incluso cinco si nos vamos a variedades de cincuenta días de floración y las tenemos solo tres semanas en crecimiento). En cambio, si la variedad tarda tres meses en florecer (como sucede con algunas sativas muy lentas), el número máximo de cosechas anuales se reduce a tres, por lo que la producción anual casi siempre es más baja. En importante no fijarse únicamente en la producción por cosecha; tener en cuenta la cantidad anual que podemos obtener nos da una información muy útil. Por ejemplo, es más productiva (anualmente) una variedad que dé 300 g por cosecha pero con la que podamos hacer cuatro cosechas anuales que otra que dé 350 g pero que solo nos permita hacer tres cosechas al año.
El clima
Las plantas se desarrollan mejor cuando la temperatura y la humedad se encuentran dentro de unos márgenes concretos. En el caso del cannabis, la temperatura óptima es de 24-25 ºC con una humedad del 50% aproximadamente si cultivamos con lámparas APS, con luces de led es mejor mantener una temperatura algo más alta (26-28 ºC con 55-60% de humedad), y si además añadimos CO2 podemos trabajar con 29-30 ºC y 60-65% de humedad. Respetar estos valores es clave para que las plantas puedan crecer a la máxima velocidad y absorber todos los nutrientes disponibles. El fallo más habitual entre los cultivadores de interior suele ser concentrarse mucho en la luz y los nutrientes y poco en el clima.
El CO2
El CO2 es un gas presente en la atmósfera a una dosis de 400 ppm y del que las plantas toman el carbono, que supone su principal alimento, ya que es esencial para producir la glucosa a través de la fotosíntesis. Las plantas tienen la capacidad de aprovechar CO2 a dosis mucho más altas, de hasta 1.500 ppm, por lo que los cultivadores pueden usar un generador de este gas para aumentar la concentración y acelerar el crecimiento y la producción de las plantas hasta en un 30%. Para que puedan aprovechar este dióxido de carbono extra es imprescindible que las plantas estén muy sanas y fuertes, ya que les supone un esfuerzo extra que no son capaces de llevar a cabo si se enecuentran débiles.
Los nutrientes
Es muy habitual que los cultivadores piensen que para aumentar la producción lo más importante es incrementar la cantidad de abono, pero, en realidad, he visto pocos cultivos en que el eslabón débil fuera la falta de nutrientes. Casi siempre, dosis medias de abono aplicadas en cada riego son más que suficientes para lograr una altísima producción. Es mucho más importante ajustar bien el nivel de pH de cada riego y asegurarse de que el agua de la que se parte tiene pocas sales que subir la cantidad de nutrientes por encima de una EC de 1,5.
El riego
Otro de los errores clásicos que cometen los cultivadores y que tiene una incidencia mucho mayor sobre la productividad de lo que imaginan es regar las plantas en exceso. En general, las macetas no hay que regarlas de nuevo hasta que la tierra está bastante seca para favorecer la oxigenación de las raíces, que es imprescindible para que puedan realizar correctamente su trabajo de absorber grandes cantidades de nutrientes. Un sistema radicular permanentemente empapado se debilita y no trabaja bien.
Conclusión
El principal truco para mejorar la producción es darse cuenta de que no hay trucos, no hay que hacer nada demasiado especial, solo asegurarse de que las plantas tienen las condiciones óptimas de temperatura y humedad, suficiente luz y espacio y dosis regulares de agua y nutrientes. El único elemento un poco más avanzado que sí tiene una influencia positiva en la producción es aumentar la dosis de CO2 en el ambiente, pero no debemos intentarlo hasta que seamos capaces de mantener las plantas bien sanas y fuertes a lo largo de todo su ciclo de vida, pues para que realmente puedan aprovechar el incremento en el dióxido de carbono las plantas deben estar muy vigorosas o provocaremos más mal que bien.